Watchmen («Vigilantes») es un cómic con guión de Alan Moore, dibujo de Dave Gibbons y coloreado por John Higgins. Aunque es la obra más conocida de Moore no es el único título reseñable en su carrera: V de Vendetta, por ejemplo, es una obra de calidad similar o, según los gustos, incluso superior. Watchmen es uno de los ejemplos más conocidos de lo que se ha dado en llamar Novela gráfica, una etiqueta que está funcionando como una especie de antídoto contra la mala imagen popular del cómic, a menudo estigmatizado como producto de consumo puramente infantil. Imagen, por qué no decirlo, a veces fomentada por los propios fans del género, gustosos de pertenecer a un sector percibido por los demás como heterodoxo.
Aunque los acontecimientos que se narran en el cómic no siguen una secuencia lineal, la mayor parte de la trama se desarrolla en Nueva York, a mediados de los años 80, en un mundo «real» donde la presencia de superhéroes ha modificado los hechos históricos mostrándonos una realidad diferente. Es decir, los hechos que se narran han sucedido realmente (la Guerra del Vietnam, El Caso Watergate…) pero el desenlace de los mismos ha sido distinto del que conocemos. Lo que en último término analiza Watchmen son las consecuencias de la presencia de superhéroes en el mundo. Estos, en su mayoría, carecen estrictamente de superpoderes y son presentados como individuos comunes a los que, como afirma uno de ellos, con el paso de los años la máscara les ha pertubado la cordura.

Dos viñetas del cómic, esta imagen y abajo, donde se aprecia los trabajos de dibujo y color de Dave Gibbons y John Higgins
No entramos en la polémica sobre si la etiqueta de novela gráfica es un concepto válido en el proceso de dotar a la historieta de respetabilidad a base de tratar las historias desde un punto de vista más serio o, si en el fondo, no es más que el tebeo de toda la vida lujosamente editado para ser consumido por un público adulto, o incluso si Watchmen es estrictamente una novela gráfica (originalmente fue publicado en 12 números). A fin de cuentas, la historia es la misma.
Hay que leerlo antes de que la película invada la imaginación y cambie, seguramente para siempre, la cara, los gestos, los conflictos de los personajes creados en papel y tinta en el tebeo original.