Imaginemos una ciudad europea golpeada por la crisis, mal gobernada, deprimida, en la que bandas de malhechores campan por sus anchas mientras  los universitarios no tienen acceso al trabajo y los jubilados recurren a la comida de gatos para alimentarse. Esta ciudad no es Atenas, Barcelona o Lisboa,  es la Estocolmo  de los años 70 donde transcurren las aventuras del comisario  Martin Beck,  protagonista de la buenísima serie de novela policiaca escrita por  Maj Sjöwall y Per Wahloo, considerados los padres de la novela negra sueca.  En palabras del famosos escritor sueco  Henning Mankell  «su proposito nunca fue escribir una novela policiaca como forma de entretenimiento» sino «construir el marco de historias que contenían una  crítica social». Y mucha crítica social hay en las novelas de Petros Markaris, incluso un cierto ajuste de cuentas con algunos protagonistas infames  de la vida financiera griega actual (Con el agua al cuello, 2011) que nos recuerda al caso del millonario sin escrupulos asesinado en  Asesinato en el Savoy (M Sjówall, p. Wahloo,1970).

El descenso al abismo de Petros Markaris

Las siguientes líneas son un extracto de un texto más amplio realizado por Carolina Fraile, bibliotecaria de la BUC. Leer texto completo

    Sin tratar  de equiparar las historias de detectives a la ciencia ficción, podríamos decir que la ficción policiaca, al ser un espejo oscuro de las tensiones que sufre el tejido social, puede eventualmente mostrar las semillas que después fructificarán en catástrofes colectivas. En la novela negra del siglo XX y principios del XXI los autores diseccionan las terribles tensiones sociales, la degradación laboral, el vacío existencial,  la codicia de los individuos y la debilidad de las instituciones que deberían regular su vida en común. Factores todos ellos que han conducido a la crisis que padecemos.

Petros Markaris (fotografía tomada de Google)

   Un notable ejemplo de este tipo de ficción son las novelas de Petros Markaris. Este autor nos conduce, mediante las historias  protagonizadas por el comisario Kostas Jaritos, a través de los últimos años de la historia de Grecia. En ellas vemos con claridad cómo las bambalinas económicas y sociales en las que se cometen los crímenes están sustentadas sobre cimientos de barro.

   Jaritos es un  veterano comisario de homicidios, cuya participación en la represión policial de opositores en tiempos de la dictadura de los coroneles no se nos esconde en ningún momento, se nos va  haciendo simpático porque conserva un fondo de integridad, ingenuidad y honradez pese a todo lo que ha vivido. Una prueba de honradez y sentido común de Jaritos es su coche: mientras media Grecia va en coches nuevos que no pueden permitirse sin un diluvio de préstamos, él se aferra a su viejo Mirafiori que se convierte en un personaje por derecho propio. Pero los rasgos que más resaltan al protagonista son, por una parte, su lucidez y escepticismo ante la sospechosa prosperidad de su país y, por otra, su afición a los diccionarios. El comisario es testigo de la acelerada transformación de un país que ha pasado en pocos lustros de una dictadura militar a una democracia “tutelada” por partidos y grupos de poder, y, de una sociedad aún  tradicional en muchos aspectos a otra que se moderniza a marchas forzadas y deja demasiados valores en el camino.

 

Muerte en Estambul                                                                                       Defensa cerrada

 

 

 

 

 

 

 

Una de las tramas que más humanidad destila en las novelas, es la peculiar amistad entre Jaritos y Zisis, un curtido ex militante de izquierdas que en su momento fue asiduo visitante de las cárceles donde el comisario ejercía de auxiliar de torturas, y que tras dos posturas irreconciliables del mundo en el pasado,  se dan cuenta que comparten idéntica desorientación en el presente.

   Adrianí, su mujer, representa los convencionalismos vigentes. Es un ama de casa a la que en el primer libro vemos seducida por la sociedad de consumo, pero que en el último saca todo el artesanal de sabiduría popular e instinto de supervivencia para encarar la que se viene encima.

   Y entre el terco pasado y el cada vez más negro presente, queda una esperanza de futuro. Katerina, la hija de Jaritos, es el símbolo de la mejor inversión que hizo esa generación seducida por los cantos de sirena del consumismo: la educación.

 

   En cuanto a la trama de los libros en sí, la reseña de tres de ellos dará una idea de cómo reflejan las raíces de la crisis y su progresión en la sociedad griega.

 

   El primero de la serie es “Noticias de la noche y su comienzo no puede ser más significativo: una pareja de albaneses, que en Grecia son los parias, aparece muerta en una miserable cabaña. Jaritos, pese que el entorno policial opina que no merece la pena investigar algo tan insignificante, decide proseguir la investigación. En esta ocasión el objetivo del asesino o asesinos se centra en el mundo de los periodistas televisivos, lo cual da pie a que Markaris esboce un retrato no muy favorecedor del mundillo de las cadenas televisivas, dominadas por la competitividad, la codicia y el éxito personal a cualquier precio, pues es lo único que asegura su supervivencia.

 

 El segundo libro, El accionista mayoritario, está ambientado varios años después del primero. Grecia es ya parte integrante de la eurozona y aún sigue vivo el sueño de la posmodernidad europea, pero no tardamos en ver que tiene mucho de costosa fachada y por la que se paga un alto precio. El propio Jaritos es alcanzado por la marea terrorista en las personas de su hija Katherina y su futuro yerno, pues el barco en el que viajan es secuestrado. Además comienzan a producirse una serie de asesinatos cuyas víctimas son modelos de anuncios de televisión y que son abandonadas en las instalaciones que se construyeron para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Apenas han pasado unos meses y esas infraestructuras, símbolo de la euforia por una prosperidad alimentada por el crédito, están en la más completa incuria. Sorprendentemente, la resolución del caso nos aportará una nueva visión sobre las bases del mundo en el  que vivimos y del que la televisión y su publicidad son, hasta cierto punto, “el accionista mayoritario”

 

 

 

   Según van pasando los años, el sueño se hace añicos. En el quinto y último libro, “Con el agua al cuello las consecuencias de la anterior inconsciencia colectiva son bien patentes. El país está endeudado hasta las cejas y todo el mundo está, como reza el título “con  el agua al cuello”. Tras un comienzo esperanzador- Katherina se casa y su banquete de bodas es una muestra de cómo los compañeros del cuerpo de policía aprecian a Jaritos- los cadáveres no tardan en aparecer. Esta vez les toca, cómo no, a los banqueros. Transitando por una Atenas colapsada por las manifestaciones, Jaritos se enfrenta a una serie de asesinatos por venganza, cometidos por alguien que se siente estafado o ha sido perjudicado por los bancos. Lo cual, solo en Atenas, arroja un total de 5 millones de posibles sospechosos.

   En esta situación tan deteriorada no queda más remedio  que volver a la austeridad y al sentido común. Es el gran momento de Adrianí, la mujer de Jaritos, y su sabiduría de pueblo, para volver a hacer más con menos. Es hora de despertar del sueño que  nos indujeron a base de una droga llamada dinero.