Este año se celebra el centenario de Augusto Arcimis,  científico dedicado a la Astronomía y la Meteorología. Augusto  Armicis fue el primer director del Instituto Central Meteorológico (creado por Decreto en 1887) y  origen de la actual Agencia Estatal de Meteorología, y  permaneció  en el cargo hasta su muerte, el 18 de abril de 1910. En 1906 todavía escribía  quejándose de la precaria situación de la institución: “no es posible pretender que con dos personas se pueda desempeñar el servicio que representa un Instituto Meteorológico… A pesar de la carencia de medios expresada empezó el Instituto a publicar, hace trece años, un boletín diario con el mapa del tiempo, el estudio del estado general atmosférico…”       
 

    

sistemas de vientos según los describió Ptolomeo

  

       

Aprovechamos, pues, esta fecha para mencionar  algunos autores y  libros de divulgación de la biblioteca  que nos acercan al mundo de la observación y predicción meteorológica de forma amena y entretenida.             

           

  Observar el tiempo  es un ameno y didáctico libro sobre cómo la observación del cielo puede ser un pasatiempo tranquilo y asombroso a la vez: preguntarse por una  formación nubosa bonita o por qué se desencadenó una tormenta… el libro nos ayuda a reconocer e interpretar diariamente los signos del tiempo y a ampliar nuestra cultura natural sobre los diferentes climas, los pioneros de la observación del tiempo, los récords meteorológicos, las creencias populares reflejadas en refranes y proverbios y una multitud de curiosidades.          

           

     Las tormentas: de las antiguas creencias a la moderna meteorología, de Jon Erickson, examina los mecanismos internos y externos que se producen por causa del tiempo en la Tierra y sus efectos en la climatología. Lo analiza a través de sus edades, desde las primeras supersticiones acerca de los fenómenos meteorológicos hasta el momento actual donde los podemos analizar y predecir con una sofisticada tecnología.       

     

       

Decía Miguel Delibes que el cielo es tan alto en Castilla porque los labradores lo han levantado de tanto mirarlo. Y en sus obras llega a nombrar 28 accidentes meteorológicos con los nombres castellanos. Por ejemplo, distintos tipos de lluvia fina como el «calabobos», las «aguarradillas» de abril o las «asperezas». Las nubes pueden ser «nublados» que traigan «piedra». El sol quizá se quede en «resolillo» o llegue a «solisombra» y el cielo un día estará «entoldado» y otro «enrasará». http://www.abc.es/20100314/cultura-libros/pura-castellano-20100314.html           

           

 Y no menos importante ha sido la meteorología para marinos aventureros y exploradores. Lo podemos ver en las  obras de Julio Verne, que están plagadas de referencias y meticulosas descripciones meteorológicas:   Llegó después el día, y con él el huracán mostró cierta tendencia a amainar. Desde el principio de aquel día, 24 de marzo, hubo algunos síntomas de calma. Al rayar el alba, las nubes habían subido a las alturas del cielo, y en pocas horas la tromba fue disminuyendo hasta deshacerse. El viento pasó del estado de huracán al de gran fresco, es decir, que la velocidad de  traslación de las capas atmosféricas disminuyó a la mitad. Era todavía lo que los marinos llaman una brisa de tres brizos, pero la mejoría en el desorden de los elementos no parecía menos considerable (La isla misteriosa, p. 11). Como misteriosa es La Tempestad de William  Shakespeare, provocada por artes mágicas y que lleva a Prospero (duque legítimos de Milán) a una isla desierta  desde la que tejera su venganza.                   

            

Los aficionados a la literarura marina podéis consultar nuetra colección de novelas de mar : Patrick O’brian, Joseph Cornrad, Emilio Salgari, Pérez Reverte, Pérez Galdos, Alexander Kent…  

                

En algunas  novelas de ciencia-ficción más actuales es el mismo clima el protagonista,  para mal, claro. Por ejemplo en La mano izquierda de la oscuridad , de  Ursula K. Le Guin nos encontramos en el planeta Invierno que, como su propio nombre indica, vive inmerso en un eterno invierno de temperaturas extremas, donde la adaptación al medio es sinónimo de supervivencia. Los habitantes de Invierno ignoran la existencia de los demás mundos habitados, habiéndose desarrollado su civilización de forma totalmente aislada. En El mundo sumergido  de J.G. Ballard se describe un mundo futuro en el que una inusitada actividad solar ha supuesto el recalentamiento de la Tierra y la fusión de los casquetes polares, por lo que las aguas han anegado los continentes y la tierra disponible ha disminuido dramáticamente, ahogada, además de por el agua, por una pujante jungla tropical que avanza inexorable hacia el norte.  

Por último una novela muy interesante sobre el cambio climático es Señales de lluvia de Kim Stanley Robinson. Ambientada en un futuro cercano (muy, muy cercano) en el que investigadores de  la Fundación Nacional para la Ciencia (USA) luchan contra intereses políticos y económicos para que apoyen los proyectos de investigación que pueden salvar el planeta.  

   

Conocido y reconocido internacionalmente por su obra literaria, Miguel Delibes siempre manifestó su preocupación y su pasión  por  la naturaleza. Y no sólo lo hizo en su narrativa, sino también en discursos, artículos y  ensayos.

   

 

Con estas palabras expresó Delibes su forma de entender la relación del hombre con la naturaleza:    

«Todo cuanto sea conservar el medio es progresar; todo cuanto signifique alterarlo esencialmente, es retroceder». 

     “Un mundo que agoniza”, Miguel Delibes  

   

   

    

  

  

  

En La naturaleza amenazada : discurso de ingreso en la Real Academia y otros ensayos, Miguel Delibes habla del malentendido progreso y de la relación del hombre con la naturaleza, lo decisivo de su intervención y las consecuencias de su abuso. Al final del discurso Delibes refleja de forma rotunda su pensamiento y su postura: «Si la aventura del progreso ha de traducirse inexorablemente en un aumento de la violencia y la incomunicación; de la autocracia y la desconfianza; de la injusticia y la prostitución de la Naturaleza; del sentimiento competitivo y del refinamiento de la tortura; de la explotación del hombre por el hombre y la exaltación del dinero, en ese caso, yo gritaría ahora mismo, como una conocida canción americana: ¡Que paren la Tierra, quiero apearme!» 

   

   

La Tierra Herida: ¿qué mundo heredarán nuestros hijos aborda los problemas ecológicos a los que se enfrenta el planeta en el siglo XXI: el cambio climático, la desertificación, la desaparición de especies, la escasez de recursos básicos como el agua, la contaminación del medio ambiente, el deshielo de los polos y el peligro de la subida del nivel del mar. ¿Estamos a tiempo de cambiar el curso de los acontecimientos? ¿podremos  frenar la degradación del planeta? 

  

Ilustración de J. R. Sánchez en "Un mundo que agoniza"

  

En Un mundo que agoniza ,  Delibes no sólo se manifiesta como el testigo excepcional y afinado de ese mundo que agoniza: el rural de la cultura campesina y el mundo natural en el que aquella de desenvuelve, sino también como  un agudo crítico de los desmanes ecológicos. Este libro, con unas maravillosas ilustraciones de José Ramón Sánchez, denuncia la actuación del hombre en la naturaleza pero también ofrece esperanza, solución, posibilidad de frenar: “El hombre de hoy usa y abusa de la Naturaleza como si hubiera de ser el último inquilino de este desgraciado planeta, como si detrás de él no se anunciara un futuro” 

   

Ilustración de J. R. Sánchez en "Un mundo que agoniza"

  

   

Aunque Delibes fue un cazador y pescador entusiasta,  abandonó la caza mayor por convencimiento y siempre defendió la sostenibilidad de la caza menor. La visión de la caza como una actividad que conllevaba la conservación del medio y la caza natural, no de piezas criadas en granjas, se manifiesta en muchas de estas obras. En 1972, anticipándose a la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano publicó el ensayo La caza en España  en la que advertía sobre los peligros del deterioro ecológico en nuestro país, tanto en relación a la desaparición de hábitats y ecosistemas valiosos como a la extinción de especies. 

  

 

  

  En La naturaleza en peligro : causas y consecuencias de la extinción de especies, Miguel Delibes de Castro, hijo  de Miguel Delibes y coautor en «La tierra herida«, también nos habla de la forma en que nos relacionamos con la naturaleza, poniendo  el acento en los motivos por los que actualmente existen tantas especies en peligro de extinción.